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Esta es mi enésima 'vida' por estos húmedos parajes. En principio pensaba mantenerme en background, volar bajo el radar, con la única licencia de que, cada vez que me asomo, dejarme caer por el IM.
No obstante, en alguna etapa anterior tuve un blog, y eso sí que he empezado a echarlo de menos, de modo que me he decidido a retomarlo, empezando por re-publicar las primeras nueve historias, como estímulo a seguir escribiendo más.
Todas las historias son reales, todas relacionadas con el sexo, pero solo cuento aquellas que se vieron envueltas de una condición especial que lleva al sexo a ser el complemento de la historia, y no al contrario.
Las historias no son cronológicas, son retazos de mi vida sexual en el orden que me ha apetecido recordarlas. Por ello, a pesar de que el primer blog se llamaba 'Húmeda Vida Prohibida', esta vez me ha parecido más acertado 'Sex Life Collage'.
En esta mi nueva temporada he reconocido algunas perfiles, algunos nicks, ¡hola a todos! Por si alguien lee algo que le resulte familiar, que siga hurgando en su memoria sabiendo que antes he sido sensesme, luego icaronix, y ahora ulteriusemper. Alguna vez quizás escriba sus significados.
Por cierto, las historias aparecen en orden de publicación, es decir, las primeras escritas son las últimas. Gracias de nuevo por leerme y vuestros comentarios.
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Misteriosa Ping
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Posted:Nov 29, 2018 7:02 am
Last Updated:Dec 1, 2018 11:18 pm
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Fina es la línea que a veces separa el acierto del error. Muchas veces todo depende de una sola decisión que, tomes cual tomes, nunca sabrás que habría sucedido con la decisión opuesta. Todos tenemos que aprender a convivir con ello, de hecho, como se suele decir: “somos las decisiones que tomamos” .
Por aquella época viajaba por trabajo únicamente a Madrid y Kuala Lumpur. Como ya he contado en otras historias, como Kuala Lumpur, solía trabajarme bien los contactos previamente a cada viaje.
En esa línea conocí a una chica china en Madrid, Ping. Todo apuntaba a contacto falso, y más todavía según progresábamos en el chat, todo era raro, muy raro. Aparecía… desaparecía… y cuando aparecía de nuevo a veces ni recordaba quien era yo. Vamos, lo típico, todo en la línea de contacto falso. A punto estuve de terminar ahí.
Sin embargo, según avanzábamos llegó un punto en que iba tomando cierta coherencia y, además, supero la prueba básica de un poco de cam, algo que jamás ocurre con un fake contact.
En esa breve cam apenas pude ver que era una chinita real, parecida a las fotos que había visto, ningún bellezón pero atractiva y muy joven. La verdad es que podía haber sido cualquiera china, pero al menos era un pasito más.
Según progresábamos en conocernos le conté que viajaba a Madrid y Kuala Lumpur, pero que incluso en ese caso pasaba previamente por Madrid y también podíamos vernos. Cuál fue mi sorpresa cuando me replica que ella era de allí mismo, de Kuala Lumpur.
¿Cuántas probabilidades había de ocurrir eso?, es que ni siquiera era de cualquier otro país vecino o cualquier otro lugar de Malasia, no: justamente de Kuala Lumpur.
Cuando me contaba que en breve tenía que regresar a Malasia se me nublaba la vista del morbo al pensar que podía follármela en Madrid y luego en Malasia. Aunque en el fondo seguía pensando que era falsa, pero… ¿y si no lo era?
Me falló varias veces tanto en quedar, como en aparecer tras haber quedado. Seguía creciendo el ‘cuento chino’. Hasta que un día… ¡apareció!. Además vino solita a mi hotel, hasta la misma puerta de mi habitación, a pesar de estar perdido en un lugar de extrarradio… ¡misteriosa Ping!
¡Y era ella!, la que había visto por fotos y cam, hasta era su voz. Flaco favor me hizo, desde entonces me creo demasiado los falsos contactos. Pero, ¡cuidado!, la historia sigue, y quizás escondía algo tras aquella carita de niña y ese cuerpecito que, en conjunto, parecía sacada tal cual de una peli de manga.
Aprendí mucho chino aquella noche, y me estoy refiriendo exclusivamente al sexo. Aquella noche pasaron cosas que no comprendía muy bien, pero me preparó para lo que más adelante viviría con otras chicas de su cultura y lugar.
El sexo fue genial pero extraño, hacía todo cuanto le pedía, pero lo tenía que ir indicando. No era rollo sumisión, era más bien asepsia (por no decir apatía) sentimental, mental y sexual. Estaba como ida y a pesar de ello tuvo varios orgasmos, muchos, muchísimos, todos discretos, todos mojados.
Por ejemplo, si le decía que me la chupara, pues lo hacía hasta que yo le indicara que parase. O viceversa si le comía el chocho, podía seguir eternamente sin que ella dijese nada, uhmm… ¡chica lista la china!. Y nada del rollo ese ‘hairy’ chino, totalmente depilada como china-malaya que era. Hicimos de todo menos anal, fue para lo único que se manifestó, no es que no le fuera, dijo que no al ver mi polla.
Entre asalto y asalto la fui llevando a mi terreno, conseguí que habláramos bastante pese a su actitud, algo que se me antojaba insólito para ella. Me contó muchas cosas de Kuala Lumpur, a donde ir y como las chicas, insistía que alguien como yo no debía tener ningún problema con las chicas de allí.
Pese a la extraña situación lo pasé muy bien, ella era de lo mas follestible que había conocido, un juguete manga pa comérselo, pa follárselo, y no cansarse nunca. Y, aunque al final pude ver ciertos rasgos de ‘humanidad’ en ella, lo cierto es que terminé bastante confuso de esas reacciones robóticas. Yo estoy más acostumbrado a desvivirme por mi pareja, sea cual sea su rollo, y obtener cierta respuesta.
Seguimos en contacto, mas fallos en quedar, solo que ahora ya sabía que era real, ya sabía que ella era así. Hasta que llegó la hora de ir a Malasia, quizás sea esta la verdadera historia. …___... Se lo dije por chat, pero ella todavía no había terminado su periodo en Madrid, o eso me dijo, aunque lo inquietante es lo que vino a continuación.
Yo ya le había contado que mi empresa me desplazaba en Business Class, ella sabía que apenas hay límite en el peso y bultos de equipaje de modo que me pidió si podía llevarme una maleta suya, que sus compañeros de piso se encargaban de todo, de llevarla al aeropuerto y eso. Y lo mismo en la recogida en Kuala Lumpur.
A ver como explico esto… en Malasia existe la pena de muerte por ciertas cosas, aunque no la aplican, o eso creo. Todo parecía tomar sentido, su comportamiento retraído, el haber contactado conmigo, tanta coincidencia, el sexo, etc.
No obstante uno tiene su mundo y me gustó el juego, acepte el reto. Le dije todo lo que pensaba, e incluso le solté el medio farol de que tenía amigos en Inteligencia, que si quería seguir adelante le ponía de condición que yo llevase la maleta a mis compañeros para ser revisada. Ella ya sabía un poco de mi pasado y me creyó, no obstante era medio farol porque si bien era cierto que tenía esos contactos, de ninguna forma pensaba usarlos ¡menudo cachondeo me habrían montado!
A pesar de ello accedió a la condición, aunque nunca sabré si fue un contra-farol, es decir, que accedió para ver si yo iba de farol. No obstante, después de este tira y afloja, por supuesto que no arriesgué y, para no cerrarme puertas, le dije que mi viaje había sido cancelado.
Seguimos en contacto y para cuando volví de nuevo a Malasia ella ya estaba allí. Acerté al no cerrarme puertas. Y esta vez no le dije nada hasta mi llegada Kuala Lumpur, ¡por si acaso!.
Estando allí más de lo mismo, mas fallos en quedar e incluso faltó a una cita. Habíamos quedado en el pasadizo subterráneo del KL City Center (KLCC) , justo debajo de las Torres Petronas, en la entrada al acuario subterráneo. Me tuvo una hora esperando hasta que me cansé y me fui bastante enfadado. Aunque luego la disculpé pensando tendría que ver el aviso de mi llegada sin antelación.
Y así, en este plan, hasta que llegó la hora de regresar. Recuerdo que era un viernes después de comer y el vuelo era a media noche, pero como no tenía nada que hacer me fui temprano al aeropuerto. Ya llevaba un rato allí cuando me llama al móvil, ¡la primera vez que ella me llamaba a mí!. El caso es que decidió venir al saber que faltaba bastante para mi vuelo. Yo estaba perplejo, ¡jo que tía más rara!
Tardó en llegar, el aeropuerto está a más de 40Km, se esfumaba mi resguardo de tiempo. Ya era noche cerrada cuando me recogió con su coche en la entrada y nos fuimos… “¿A dónde?” , pregunté. Ni ella misma sabía que hacer, no quedaba tiempo para nada, de hecho yo casi estaba resignado a perder el vuelo.
Terminamos un descampado, junto a la valla que delimita el aeropuerto, tras la cancela de una entrada de servicio. Justo lo que no hay que hacer en ninguna parte y mucho menos en Malasia. Y allí mismo, en su coche, echamos un polvo loco. Loco por la situación, el lugar y la falta de tiempo: definitivamente yo ya estaba resignado quedarme en tierra.
Pero fue increíble, había algo distinto en ella, se la veía contenta y relajada. Es como si hubiera aprendido algo de aquella noche en Madrid, estuvo cálida, expresiva, humana y… ¡con iniciativa!. Aunque posteriormente concluiría que alguna cosa, y grave, había cambiado en su vida, afortunadamente a mejor.
Pero, a pesar de tener aquella muñequita manga saltaba sobre mí, recuerdo que yo pensaba más bien en las excusas que iba a contar en casa y en el trabajo. Aunque hubo un momento en que, el verla tan excitada, consiguió abstraerme de todo y sentenciar “¡a la mierda!”.
Tal como la tenía sentada sobre mí la empujé hacia atrás hasta quedar colgada de mi nuca y poder verle la cara, estaba como en trance, sonriendo y con los ojos cerrados. Pronto me di cuenta que no necesitaba de mi ayuda en sus caderas para saltar sobre mí así que me dediqué a manosearla entera, recorrí todo su cuerpo y cuanto más lo hacía más sonreía.
Descendí mis dedos entre sus nalgas hasta llegar a su culito pero no me detuve ahí, continué hasta llegar a zonas más húmedas, encharcadas. Por un momento me recreé dibujando con mis dedos como entraba y salía mi polla, pero finalmente aproveché todo ese fluido para lubricarlos y retroceder el camino hasta terminar metiéndoselos por el culo.
Juraría que en ese momento abrió los ojos, aunque no puedo asegurarlo porque aprovecho el sobresalto para pegarse de nuevo a mí y ya no recuerdo haberla visto mas, ni siquiera el momento de despedirnos en el aeropuerto. Lo último que recuerdo es como me cogía la cara con las dos manos mientras me metía la lengua hasta donde podía alcanzar a la vez que mis dedos y mi polla seguían dentro de ella.
Por fortuna, pese a llegar tarde, el Business Class obró su magia, no perdí el vuelo, aunque sí la cabeza desde luego, y ya nunca la he recuperado.
Aquello se diluyó pero todavía conservo sus teléfonos, de España y Malasia. Si la llamo… ¿contestará?, nadie lo sabe, todo en Ping es un misterio.
En cualquier caso esta historia termina como comenzó: nunca sabré si acerté o en realidad Ping solo era una pobre chica pidiendo ayuda y yo un miserable cobarde.
MORALEJA: si eres de los que aplican la diabólica frase de Seth Godin “si no puedes fallar, entonces no merece la pena”, más vale que sopeses bien cuanto arriesgas y a cambio de qué.
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…se mira como procede (reflexión)
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Posted:Nov 29, 2018 3:21 am
Last Updated:Aug 4, 2019 4:40 am
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Aunque hasta ahora mis publicaciones han ido orientadas a pasajes de mi vida sexual, y probablemente como consecuencia de ello, esta vez se me ha antojado escribir la primera de mis ‘reflexiones’. Digo la primera porque, sin desvirtuar el objetivo principal, confío en ir intercalando alguna mas entre las historias que vaya escribiendo. …___…
Hace ya casi cuatro siglos que Calderón de la Barca escribió el verso del título en un poema (1) que, aunque va referido a algo muy distinto y concreto, resulta igualmente aplicable a todos los aspectos de la vida, entre ellos el juego sexual.
Existen protocolos, innatos para unos, tardíos en comprender para algunos como yo, y negados para otros. Sea cual sea tu situación, aquí enumero unos cuantos pero, eso sí, suscribiendo aquella estrofa del poema de Calderón que más adelante reza:
Y así, de modestia llenos, a los más viejos verás tratando de ser lo más y de aparentar lo menos.
Por eso, con todo el respeto, tanto hacia los que me superan como a los que me alcanzan, enumero unas cuantas reglas de cosecha propia ya que, nunca hay olvidar que aquí…
…se mira como procede
La mujer es follable, la chica intocable.
Si ves que la mujer de un amigo te mira con deseo: fóllatela. Pero si el amigo tiene un rollete y la chica te mira así, recuerda las palabras de aquel sabio humorista: “hay mas chicas que botellines”.
Si te acuestas con la primera te convierte en mejor amigo, si te acuestas con la segunda te convierte en gilipollas.
Caballero
Da igual la edad, la moda, el lugar o la época, ser un caballero no es ni opción, ni táctica, ni estrategia, ni siquiera algo ‘cool’. Ser un caballero simplemente es algo preceptivo, imperativo, casi reglamentario ó, como se diría en inglés: ‘mandatory’.
Se puede ser caballero por educación pero también por convicción aunque, seas cuál de ellos seas, lo importante es contextualizar cada caso o, como reza el verso del poema:
…el modo en cómo ha de ser…
Para facilitar la resolución del enigma cito esta frase de mi sabio amigo gallego, ¡todo un caballero!:
“Un caballero es aquel que trata a las damas como putas y a las putas como damas”
Las señales
En realidad da igual en qué lugar del mundo estemos: siempre eligen ellas. La única diferencia está en que en unos lugares estas señales más evidentes que en otros.
Las señales pueden ir desde el caso más descarado, cuando ella toma toda la iniciativa, o ser más sutil mediante miradas y sonrisas, hasta las menos evidentes, esas en las que uno acaba creyéndose que ha ligado, que ha sido él, que se lo ha currado. Ingenuo: siempre elige ella.
Sea cual sea el nivel de sutileza de la señal, el arte de captarlas, como ya dije, puede ser un don innato, aprenderlo con el tiempo o bien, en los casos más desafortunados… ¡para eso está lo de ‘dar la matraca’!. Pero incluso en ese caso, si llegas a ‘pillar pieza’, en realidad has sido tú el elegido y no al revés. Aunque no te enteres.
Cinco ‘sentidos’ tiene la loba…
Cada mujer le da diferente importancia a cada uno de los sentidos pero… ¿quién sabe eso en su primera cita? o, en un nivel más abajo todavía: cuando quieres conseguir esa primera cita.
La respuesta es muy simple: pon siempre el nivel a tope en cada uno de ellos, teniendo en cuenta que:
Los sentidos ‘de choque’ los tres primeros: vista, oído y olfato. Las hay que dicen no importarles el aspecto físico… o viceversa. Incluso puede haberlas que les sobre la conversación, la ‘labia’… o viceversa. Menos prescindible parece el olfato, generalmente no tiene viceversa.
Los otros dos sentidos, gusto y tacto, solo intervienen en la segunda fase, justo cuando parece que has triunfado, justo cuando te lo puedes cargar todo.
Higiene
Solo me voy a referir al aspecto primario de este concepto, y solo a modo de obligatoria mención, porque es tan evidente que sobran los comentarios. En realidad las consecuencias de este concepto van íntimamente ligadas al anterior: a los sentidos… ojo: ¡todos ellos!
Hay otros aspectos culturales relacionados con la higiene, solo mencionaré de pasada algunas experiencias a modo anecdótico y que, por respeto, me abstengo de comentar.
Así por ejemplo una musulmana se considera sucia e impura durante la menstruación hasta el punto que incluso puede romper el Ramadán al no poder mantener la pureza.
Algunas asiáticas e islámicas (y supongo que también judías, aunque todavía no he tenido el placer) desconfían de la higiene en un hombre ‘uncut’ (no circuncidado).
En algunas culturas la depilación de los genitales es una cuestión de higiene que transciende mucho más allá de la moda occidental en las últimas décadas que, en mi opinión, ha venido para quedarse.
Si recientemente has tomado/retomado el deporte es muy probable que te vuelvas apestoso, tanto en sudor como aliento y, además, imposible de combatir. Se llama cetosis: quemar grasa corporal como combustible. No te preocupes, es pasajero, desaparece tanto si progresas en el deporte como si abandonas, pero, entre tanto: ¡aléjate de ellas!.
Threshold (el umbral)
En realidad el éxito de todo lo anterior es una simple cuestión de donde se fije cada uno el listón. Aunque suene un poco primitivo en realidad no lo es, cada cual debe aprender a conjugar sus cualidades compensando unas con otras.
Especial mención merece aquí mi gran maestro, mi desaparecido amigo Julio, alguien que se merece su propia historia. Aquí solo diré que era calvo, gordo, viejo y feo, pero… ¡tenía ese don!. Yo he estado con él en una cafetería al mediodía, entrar un pibonazo que no conocía de nada y a media tarde ya se la estaba follando.
El umbral siempre estará ahí, pero es el promedio de todo, puedes ser un adonis y ser un gilipollas, o puedes ser… Julio. También así lo describe el poema:
…tiene mejor cualidad que el más galán y lucido; porque aquí a lo que sospecho no adorna el vestido el pecho que el pecho adorna al vestido.
La regla inquebrantable
Para terminar la regla más importante de todas, la inquebrantable, la del:
‘NO’ es ‘NO’ da igual hasta donde te hayan dejado llegar ‘NO’ es ‘NO’
y para aquellos que no sean capaces de comprender eso, solo les deseo lo que reza en el último verso del famoso brindis de Diego Hernando de Acuña:
…no encuentre quien le perdone, ni en Tierra Santa cobijo, ni una cruz en sus despojos ni la mano de un buen hijo para cerrarle los ojos.
Y para terminar, siguiendo en mi línea de des-contextualizar el poema de Calderón, finalizo citando su último cuarteto al que únicamente he cambiado un par de palabras:
…caudal de pobres amantes que en buena o mala fortuna el sexo no es más que una religión apasionante.
(1) Comedia “Para vencer a amor, querer vencerle”, Jornada Primera, Acto 2º, Pedro Calderón de la Barca, Valencia, 1650.
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Kuala Lumpur
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Posted:Oct 29, 2018 7:47 am
Last Updated:Dec 1, 2018 11:22 pm
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Este viaje empezaba con buen pié: ‘kilómetros’ de pasillos después de pasar el control de pasaportes del Aeropuerto de Kuala Lumpur me cruzo con un par de policías, unos pasos más adelante después de haberlos rebasado me gritan por la espalda, en español: “hasta luego” ¡Joder que susto!, me giro y me los encuentro saludando y sonriendo. Les devolví la sonrisa a la vez que levantaba el pulgar mientras pensaba: ¡vaya tela con los malayos!, ¡como controlan! ¡me encanta este país! Malasia no se parece a ningún otro país de Asia, ni siquiera a nada de lo que le rodea, ni siquiera a sus inmediatos vecinos como Indonesia, Tailandia o Singapur.
A diferencia de los demás, Malasia es un país islámico, aunque no parece que eso haya vencido ni convencido el carácter asiático de los malayos (ó malasios).
Malasia es receptor de inmigración donde más de una cuarta parte de origen chino, y la mitad de otros tantos indios. Y si te mueves un poco también encuentras indonesios, birmanos, vietnamitas, etc., ¡viva la variedad!
Este aspecto multicultural y asiático modela el carácter y la cultura malaya, de esta forma concatenan celebraciones como la Navidad, seguida del Año Nuevo Chino, luego llega el Festival Thaipusam indio en las Cuevas Batu y poco después llega el Ramadán (allí: ‘Fasting’).
Paseando por cualquier centro comercial lo mismo te cruzas con una chino-malaya en shorts enseñando todo el culo que te topas con una malaya vistiendo un recatado atuendo islámico rematado con el pañuelo de cabeza (allí: ‘head scarf’) mientras observa con descarado detenimiento un atrevido escaparate de Victoria Secrets.
A pesar del islam el malayo tiene un marcado carácter asiático, de esta forma el viernes acudirá rigurosamente a sus cultos, pero al salir puede que vaya a un ‘notty massage’, a ser posible con ‘happy ending’.
Respecto de las malayas me gustaría destacar el tremendo choque cultural que supone el encuentro con un occidental, al menos en mi caso. La suma de sus dos facciones, islámica y asiática, hace que la malaya se desviva por complacer a su pareja mucho más allá de lo que marca la propia cultura islámica. Cuando uno llega allí con mentalidad caballeresca occidental se produce una situación inicial de desconcierto, ni el uno ni la otra están acostumbrados a tanta atención reciproca. Pero una vez superada esta fase, se convierte en una situación de adictiva embriaguez para ambos.
¿Las malayas feas?, tuve compañeros de trabajo y amigos malayos que casi todos coincidían en esta opinión, y además expresando sana envidia hacia nosotros los occidentales, tanto por nuestra estatura como por las mujeres. ¿Se puede ser más tonto?, ¿cómo puedes pensar esto de tus propias mujeres?, además de verdad os digo que yo siempre he encontrado bellísimos sus particulares rasgos.
Tanto en la noche malaya como en las redes sociales de contactos uno se encuentra con la misma cálida actitud, ya sea por parte de las malayas, las chino-malayas o las indo-malayas. Si bien en estos dos últimos grupos me topé varias veces con chicas que solo querían contactos de su propia raza: sin comentarios.
Otra aspecto importante es que gran parte de la gente se dedica a las ventas ( ‘sales’) lo que conlleva una servidumbre de horario casi esclavista. En este sentido puede resultar complicado lograr una cita entre semana, pero solo hace falta mostrarse un poco ‘apurado’ para estimular su vena asiática y se desviva por ti. Llegó un momento que tuve que dejar de usar este truco, me parecía ruin.
Pero además sucede una cosa muy extraña: a partir del sábado aumenta desproporcionadamente la actividad online, todas las chicas buscan una cita rápida, sexo rápido. A mí me han llegado a entrar las chicas el sábado tarde-noche, sobretodo chinas, pidiéndome sexo en unas horas.
No obstante, un tiempo antes de emprender un viaje a Kuala Lumpur yo ya empezaba a ‘trabajarme’ los contactos, iba allí por ‘business’ y no tenía demasiado tiempo que disipar en la noche malaya, aunque debo reconocer que igual de sencillo resultaba conseguir cita.
Por poneros un ejemplo, si vais por allí dejaros caer por la zona Bukit Bintang, empezando por todos los garitos de la calle ChangKat, y más concretamente empezando por el “Pinchos Tapas Bar” del amigo Robert, un leridano como yo. Además de un popular lugar de encuentro de occidentales en Kuala Lumpur es el sitio ideal a donde llevar a una chica local para sorprenderla.
Seguramente estaréis pensando que todo esto está muy bien como guía turística (¿sexual?), pero ¿dónde está el sexo?... ¡vale! ¡vale!, ¡ahí va!, breve pero por SEXTUPLICADO. --.-- Ese no era mi primer viaje, ya llevaba unos cuantos donde hubo desde agradables incidentes en el vuelo (Emirates Volando voy I) a alguna otra extraña historia que mas adelante contaré (Misteriosa Ping).
En aquel viaje ya contaba en Kuala Lumpur con varias amigas ‘fijas’ y alguna incluso más que eso. En aquel viaje opté por un hotel próximo al lugar de trabajo en la apartada zona de Subang, en lugar de uno céntrico, estaba cansado del trafico de KL (allí ‘traffic jam’). Esta vez estaba a tan solo unos minutos del curro, esta vez todo estaba orientado a trabajar y follar sin salir del hotel.
En aquel viaje crucé unos cuantos límites físicos, no es que estuviera súper-salido, que también, pero se me antojó tratar de batir cierto record imaginario. El caso es que quedé con mis tres ‘novias’, una malaya y dos chino-malayas, y además quedé también con otras dos nuevas: una estudiante negra, de Ghana, y una malaya islámica de las que visten el ‘head scarf’ tradicional.
Con la segunda había tenido cam, pero con la primera solo intercambio de fotos pero me daba igual, me apetecía mucho el exotismo étnico. El caso es que en los siete primeros días tuve seis citas, de las cuales solo repetí con una:
7 días, 6 citas, 5 chicas Casi todas se merecen su propia historia, pero ahora al menos me debo a la cortesía de describirlas.
La primera, mi ‘novia’ malaya no era de las que vestía el ‘head scarf’, solo en familia, pero yo le pedí que lo vistiera para mí en aquella cita. Siempre que la recuerdo me viene esa imagen, yo sentado en la cama apoyado hacia atrás con los codos, y ella de rodillas en el suelo, chupándomela a la vez que hablábamos. Era como si tuviera un helado en la mano, hablaba, chupaba, hablaba, chupaba.
Mi ‘novia’ chino-malaya fue la segunda. Una millf preciosísima, guapísima, pero con un xoxo que, una vez se excitaba era enorme, demasiado. Le gustaba jugar en público, sobretodo sentados uno frente al otro en una cafetería, algo bastante atrevido y extraordinario en aquel país, ¡la muy guarra!, ¡como me gustaba eso!.
El tercer día me lo di libre, pero, vicioso que es uno, llamé a mi ‘exnovia’. Una pirada chino-malaya con la que tuve una tórrida relación y que, afortunadamente, terminó. Tiré del ruin truco y también a modo de polvo de despedida: accedió. Entre sus múltiples neuras estaba la de no follar demasiado para que no se le agrandara el chocho. Más tarde descubriría que no era la única con esa obsesión.
El cuarto día fue la de Ghana, supuestamente debía abordarla después de un día de descanso... que no tuve. Pero mereció la pena, una diosa de ébano, no digo más. Me encantaba decirle aquello de “show me pink” cuando la iba a penetrar o se lo iba a comer, entonces se abría su negra rajita con dos dedos y yo enloquecía. Pero lo que más recuerdo es el desayuno en la cama al día siguiente… ¡si!, decididamente esto se merece otra historia.
El quinto día sí respeté el descanso que me había trazado antes de partir, pero sobretodo debido a lo que se me avecinaba al sexto día: una ninfómana malaya-islámica de 19 años, una muñequita que tenía por obsesión convertirse en squirter. Esa sí que se convirtió en ‘fija’, eso sí que fue una locura,…esa sí que os lo cuento aparte.
El séptimo día no me quedó otra que repetir con la anterior ¡cualquiera le decía que no!. El caso que quedé agotado, extenuado. Y menos mal que esta vez tomé la precaución de proveerme de esas pastillitas azules en la escala del Aeropuerto de Dubai. Tenía que compaginar noches enteras de sexo con la tarea que había ido a desarrollar allí. Si vas solo por placer… ¡así cualquiera!
Después de eso tuve que parar forzosamente unos días: con el agotamiento me pillé un dedo con la puerta del coche, perdí la uña y me salió un horrible y enorme absceso en el mentón, cosas de la infección y de aquel pegajoso calor que ya me había llevado más allá de acostumbrarme, me gustaba.
El absceso me sirvió de excusa, pero no por mucho tiempo porque ya estaban mis ‘fijas’ apremiándome, sobretodo mi nueva muñequita-ninfomana-proyecto-de-squirter.
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Algo más que un sueño
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Posted:Oct 29, 2018 1:10 am
Last Updated:Nov 29, 2018 12:13 am
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Esta es una historia atípica. No hay partner, pero es sexo. Estoy solo, pero no es paja. En cualquier caso es real, como las demás. En cualquier caso es excepcional, como la que mas.
La cosa suele empezar con erecciones al despertar, eso que “La Trinca” llamaba “Trempera Matinera”. Si pasan los días sin alivio la cosa va a más y empieza a aparecer el glande mojado. El siguiente paso es el temido “dolor de güevos” (“blue balls”) acompañando lo anterior.
Si seguimos sin aliviarnos empiezan a aparecer sueños eróticos. Al principio apenas se recuerdan al despertar, pero la cosa va in-crescendo hasta que un día se convierte en una progresión desde el sueño profundo hasta despertar en medio de un orgasmo real, una tremenda corrida y, normalmente, recordando el sueño.
Por tanto esta es la historia de un sueño, aunque, para ‘nosotros’, esta clase de sueño siempre es algo más que un sueño.
--.-- Iba paseando por la calle con mi mujer cuando oímos una voz que nos saluda,
“¡hola Patricia, cuánto tiempo!” responde mi mujer.
Yo también la reconocí a pesar del paso de los años, aunque no recordaba su nombre. Era la hija de unos vecinos que, además, fue al colegio con nuestro hijo. Pero, cosas de los sueños, pese a que yo también la reconocí como mi vecinita, la miraba y veía a Elena, esa chica que desde hacía unas semanas tenía secuestrada mi toda existencia a pesar de no haber pasado todavía del cyber. Veía su cara, oía su voz, se expresaba como ella, es decir, era ella, pero no lo era. Cosas de los sueños.
Continuamos hablando un rato mientras avanzábamos en la misma dirección. Más bien hablaban ellas, pero Elena, osea Patricia, a quien iba mirando era a mí, y cada vez con más descaro. Seguimos así hasta llegar al punto en que ella indicó que continuaba en otra dirección,
“pero…” dijo, quedándose como dudando, como sin saber cómo acabar.
Finalmente, mientras me miraba a los ojos con un brillo que hasta mi mujer hubiera saltado de no ser por lo que añadió a continuación:
“A ver… los que me conocen ya saben que soy muy liberal así que no me importa contaros esto: yo estoy yendo a una casa donde se está preparando un gangbang, ¿Por qué no venís? va a ser divertido”
A mi mujer ya le ó a porno a pesar de que no sabía muy bien lo que era. Se lo expliqué en dos frases a la vez que mi vecinita soltaba una carcajada, mi mujer abría los ojos como platos y yo babeaba.
“No no no, yo no”, fue lo más educado que acertó a contestar balbuceando.
Patricia/Elena se puso a insistir a la vez que tiraba de su brazo, diciendo: “Venir solo a mirar, no pasa nada, va a ser divertido”
Disimuladamente yo me ponía de parte de ella admitiendo que podía tener razón. Evidentemente la convencimos porque se trataba de mi sueño:
“bueno, vale, pero solo a mirar ¿eh?” matizó.
Nos cogió a cada uno de la mano, como para evitar que nos escapáramos y avanzamos un corto trayecto hasta el lugar, a la vez que no paró de hacerme señales apretándome la mano.
Al llegar ya estaban todos en pelotas en medio de un jolgorio de diversión, había un montón de tíos y tres chicas. Cuatro con mi vecinita.
Mi mujer exclamó: “¡ala!, ¡venga!”. Tampoco parecía tan incómoda.
Como si hasta ahora hubiera llevado un disfraz, como si deseara recuperar su estado natural, Elena se desnudó completamente. Estaba divina, era todo lo que había visto por las fotos, destacaban sus grandes pechos donde la gravedad apenas había empezado a castigar (¡jodido Newton!), uno pezones grandes en semi-erección, un culo redondo, precioso, marcando el nacimiento de unas bonitas piernas. Pero lo que más me llamó la atención fue su xoxo, así de pié era una simple rayita de tan cerrado que lo tenía.
El codazo de mi mujer me sacó del estado catatónico en el que había entrado, a la vez que Elena soltaba una carcajada quitando hierro:
“¡no pasa nada!”
exclamó mientras ponía un pie encima de una silla y, atrapando mi mano, se la pasó desde su culo hasta el clítoris a la vez que apretaba mi dedo corazón con el suyo para que penetrase dentro de su rajita que sentí mojada. Y todo eso sin dejar de mirar a mi mujer añadiendo:
“¡si ahora me van a follar todos estos!”
Sin soltarme la mano la acercó a la boca de mi mujer mientras le metía la mano en la entrepierna, por debajo de su falda. La pilló tan desprevenida que no pudo hacer otra cosa que seguir el juego chupándome los dedos que venían bien húmedos.
Apareció una especie de manager, porque en realidad iban filmar en plan home, que empezó a dar voces, pero cuando nos vio a mi mujer y a mí, dijo:
“¿Qué?, ¿de ‘miranda’?, vale, pero hacerse a un lado”
Pero a la vez se fijó en mi entrepierna: llevaba unos vaqueros elásticos que me quedaban super-entallados: ¡una trampa mortal para empalmarse! Al ver aquello exclamó:
“¡pero hombre!, ¡qué vas a estallar!” “a ver ¡bájate los pantalones!”
Yo me quedé confuso, miré a mi mujer, a la vez que desde otro rincón de la habitación, donde ya estaba mi vecinita de rodillas semi-rodeada de un grupo de pollas, gritaba:
“¡eso, eso!”
Mi mujer dijo resignada: “¡haz lo que te dé la gana!”
Yo me encogí de hombros y me bajé todo hasta dejar en libertad la erección más bestia que había tenido jamás. El manager al ver aquello me cogió por la polla como quien tira del carro y me guió hasta mi vecinita, la única que ya estaba de rodillas, y le dijo: “¡xupa!”
Ella le hizo un gesto como indicando que nos dejaran solos un rato, así que el manager gritó llevándose a los que ya habían empezado a rodearla:
“y los demás: ¡al lío!”, señalando el grupo de las otras 3 chicas.
Al llegar le dije: “lo siento, no la tengo tan larga como algunas que veo, pero la mía es gorda”
Tal como estaba de rodillas me la coge, como tomándole la talla y, con un gesto de aprobación me dice algo que ya me había dicho en el xat:
“La polla debe llenar 360º. Prefiero que llene, no que llegue. Una polla larga molesta y una gruesa amplia horizontes, no es buena para empujar fuerte, la gruesa da más juego”
Y acto seguido, con una sonrisa y una última mirada de complicidad, se la metió en la boca. Cuando Elena dejó de mirarme miré un momento a mi mujer por el rabillo del ojo, vi que hacía ese gesto de subir y bajar la cabeza de lado como diciendo “andaaa anda”.
Me la han xupado muchas veces, algunas tan memorables que incluso las he relatado aquí, pero esto no tenía nada que ver con todo lo anterior. Esto no era chuparla, esto era como tomarme las medidas, inspeccionarme, recorrer todos mis detalles y buscar cada una de mis reacciones. Esto estaba tantos niveles más allá de todo lo que había vivido que, sencillamente no puedo describirlo.
Tampoco duró mucho, había muchos esperando y no había que abusar de esta pequeña licencia que nos había concedido el manager. Pero, justo cuando parecía que iba terminar, Elena hizo ese gesto con el dedo índice llamando a mi mujer. Se acercó y cuando estuvo a su lado tiró de su brazo hasta ponerla de rodillas junto a ella.
Y así siguieron un rato mas, las dos juntas, se repartían pene y testículos, aunque de vez en cuando coincidían y entonces Elena aprovechaba para babearle también los morros a ella. No podía creer lo que estaba viendo desde arriba, de hecho había veces que no sé quien buscaba a quien para comerse los morros, de hecho también vi como la otra mano de Elena ya no salía de debajo de la falda de mi mujer.
Y, cosas de los sueños, de repente me veo de pie, con mi vecinita tumbada en una mesa diciéndome:
“fóllame tu primero”
Tenía las piernas abiertas, el espectáculo era impresionante, no lo inventaba mi sueño, ya lo había visto antes. En esa posición se había abierto esa inofensiva rayita que se veía cuando estaba pie, pero tampoco demasiado porque la cerraban sus labios enrojecidos, hinchados y mojados por la excitación sexual. Hice un ademan de ponerme el preservativo pero ella dijo:
“las dos primeras entradas no, contigo no”
La penetré despacio, no tanto por tener cuidado sino saboreando, como intentando hacer con mi polla lo mismo que acababa de hacerme con su lengua. Sentí como me abría paso, pero poco, estaba ya chorreando. El segundo empujón fue hasta el fondo, estando dentro del todo paré un segundo para que se relajara, para confundirla, y luego hice ese gesto como apretando el culo que hace que la polla engorde de golpe. Ella soltó un gemido y exclamó:
“¡llena!”
La saqué, y al terminar de ponerme el preservativo veo a mi mujer con la falda subida y sentada sobre la boca de Elena, ¡fascinante!.
Y todo lo que recuerdo a partir de ahí es correrme brutalmente a la vez que despertaba completamente mojado.
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Se acabó la fiesta: ¡Volando vengo! (II)
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Posted:Oct 22, 2018 12:52 am
Last Updated:Nov 29, 2018 12:31 am
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Tocaba regresar a casa después de casi un año en Estados Unidos, un año en el que ciertamente se destapó la caja de los truenos para mi, empezando justo la noche antes de partir, en Madrid: Llevame contigo. Un año de renacer, de metamorfosis, un año sin vuelta atrás.
Me esperaba por delante un largo vuelo junto a mi compañero de trabajo que, por cierto, menudo peligro sobretodo con alcohol cerca. Un viaje de aplomo donde, para no deprimirme, tocaba repasar y relamerse en las historias vividas como Las mil y una noches ó Gorgeous.
Nos tocaron esos asientos que van al lado de la salida de emergencia en el 747 de modo que teníamos espacio libre por delante, “bueno, algo es algo” pensé con indiferencia por el aplomo, pese a la suerte que habíamos tenido. Mi compañero se puso en la ventana y yo a su lado.
Poco después llegó una chica para sentarse en el asiento de al lado. Seguía la suerte. Empieza a diluirse mi aplomo. Empieza a dispararse el de mi compañero por haber elegido ventana.
La chica era mona y grandullona, ese no es mi tipo pero no le resta un ápice a la suerte que estaba teniendo. Empezamos a hablar y resultó ser una hija de papá, empresario textil catalán, que se le había antojado darse un periplo de un par meses viajando sola por Sudamérica y La Florida.
Mi colmillo creció y se retorció un par de vueltas mas, “dos mese sola por Sudamérica” pensé “aquí hay tema”. Y ya lo creo que lo había porque además la chica llegó pletórica, acelerada, no llegué a saber si era de lo bien que se lo había pasado o de las ganas por volver, pero estaba eufórica. Vamos, que lo tenía a güebo.
No llevábamos mucho tiempo de vuelo que ya estábamos bebiendo, empujados por mi compañero: era para celebrar nuestro regreso, decíamos… y venga ¡más cubatas!
Pronto empezamos a calentarnos, tanto en tema de conversación como en liarla parda. De vez en cuando aparecía el azafato o la azafata, no tanto para llamarnos la atención sino porque resultábamos divertidos. Como había espacio delante muchas veces se quedaban un rato con nosotros después de servirnos más alcohol.
Y fuimos yendo a mas, ya solo hablamos de sexo y resultó que ella venía “en ayunas” de esos dos meses. Pero no necesité eso para meterle mano, ya llevaba rato haciéndolo entre cubata y cubata. De hecho hubo alguna vez que lo vio el azafato y hasta me guiñó el ojo. De hecho lo debió de contar al resto de la tripulación de cabina, porque todas me miraban con ese brillo en los ojos.
Seguimos y seguimos, bebiendo y bebiendo, hasta que… ¡ya no quedaba más alcohol!
“¿y ahora qué hacemos?” le dije yo al azafato, “puedo ir a buscar algo a arriba, a preferente” dijo. Y así seguimos hasta que ya no quedaba alcohol en la cubierta de arriba, o ya no podían coger más. Es decir: ¡literalmente nos bebimos el avión!
“¿Y ahora qué hacemos?” me dice el “esponja” de mi compañero, y yo le dije “¡hey!, ¿Qué pasa con la botella de bourbon que cada uno hemos comprado en el Duty Free?”. Preguntamos al azafato y nos dijo que no había problema en sacarlas así que continuó la fiesta.
Mi compañero ya estaba casi en off, rozando el coma etílico, y el revolcón que nos estábamos dando la chica y yo ya era sin complejos, ¡total, si todos iban durmiendo!... o lo disimulaban.
Y así fue la cosa hasta que se acabó el bourbon, algunos empezaban ya desperezarse, quedaba poco más de un par de horas de vuelo. Se me acababa el tiempo, ella ya me había dejado claro que no quería hacerlo en el avión por que le daba corte. Pero aun así moví ficha.
Me levanté como pude y fui a hablar con el azafato, le hablé claro, le dije que necesitaba su colaboración, que seríamos breves pero que necesitaba su complicidad para entrar y salir juntos del aseo, sobretodo ella necesitaba creer eso. Me respondió que no hacía falta, que mucha gente lo hace, pero que contara con ello.
Regresé, se lo dije, también le dije que debíamos darnos prisa antes de que la gente empezase a levantarse: la convencí.
Si esperáis ahora un relato de sexo vais apañados, sí que hubo sexo pero, aparte del morbo, que se puede contar de lo poco que se puede hacer el aseo de un avión, con prisa y borracho.
Eso sí, el azafato cumplió, nadie llamó a la puerta, nadie esperaba al salir.
Literalmente nos desmayamos lo poco que quedaba de vuelo, mi compañero ya llevaba horas así. Una vez aterrizó el avión, según bajaba por la escalera miré hacia atrás y no pude evitar pensar en aquella canción de Serrat que termina así:
Y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.
Se despertó el bien y el mal la pobre vuelve al portal, la rica vuelve al rosal, y el avaro a las divisas.
Se acabó, el sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual.
Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta
Me dio su teléfono, llegué a llamarla alguna vez, pero no volvimos a vernos, ella estaba muy lejos y además, no era mi tipo.
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Emirates: ¡Volando voy! (I)
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Posted:Oct 19, 2018 2:39 am
Last Updated:Nov 29, 2018 12:38 am
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En aquella época tenía que viajar mucho a Kuala Lumpur por trabajo. Mi empresa solía desplazarnos en Business Class ¡todo un detalle!, pero en este precipitado viaje me llevé una sorpresa: al llegar al mostrador Check-In me dice la azafata al ver mi billete “por allí caballero”, señalándome una cola vacía, alfombrada de tupido terciopelo rojo y con una churrigueresca peana que decía: First Class.
Disimulé mi sorpresa haciéndome el despistado pero, aunque en ese momento no comprendía el error, sabía lo que significaba y esbocé una pícara sonrisa.
En medio de mucho peloteo me acompañaron hasta mi cabina, a ver como os explico esto: si viajar en First Class ya es la repera, hacerlo en Emirates ya es tocar el cielo: cabina cerrada, escritorio, minibar, perchero, etc., todo acabado en madera de lujo y un asiento enorme que se convertía en cama.
Apenas me había sentado, mientras curioseaba tanto juguete, se me acerca una azafata que me dice algo en árabe.
Levanté la mirada y me encuentro un rostro bellísimo, de rasgos árabes, preciosa con ese atuendo de Emirates que, en lugar de parecer más recatadas, todavía parecen más sexis… ¡y lo saben!
Yo le contesté en inglés: “lo siento, no hablo árabe”; ella se apresuró a disculparse pero la interrumpí: “no hay de que disculparse, sé cuál es mi apariencia, personalmente me siento muy orgulloso de mis raíces españolas que incluyen un elevado porcentaje de sangre árabe”.
Queridos amigos, ¡lo clavé!
Desde aquel momento no paraban de cruzarse nuestras miradas, algo poco complicado porque, aparte de ser ‘mi’ azafata, no paraban de ofrecernos cosas, sobretodo champan y caviar.
Al principio simplemente era un cruce de miradas, luego se convirtió en aguantar la mirada y finalmente ya terminaba con una sonrisa de complicidad.
Todo ello en medio de cortas conversaciones cuando se acercaba a ofrecerme cosas, o también cuando vino a hacerme la cama, ¡con colchoneta!, y ofrecerme el pijama. No había caído en ese detalle pero me dio mucho morbo eso de estar en pijama en el avión, así que cerré la cabina me desnudé completamente y me puse únicamente el pantalón del pijama.
Estaba tumbado con la cama ligeramente incorporada mientras tomaba un whisky saboreando el increíble momento cuando llamaron a la cabina. Sin esperar respuesta entró de nuevo ella, traía mas champan y caviar. Nuevo cruce de miradas, nuevo cruce de sonrisas, y esta vez yo medio desnudo.
Pudo haber puesto las viandas en el escritorio pero prefirió ponerlo en la repisa-tapa-minibar que estaba justo al otro lado del ancho asiento. Para ello tuvo que pasar todo su cuerpo por encima de mi desnudo torso, ¡menudo espectáculo!, hubiera podido acariciarle esos prietos pechos con mis rodillas con solo levantarlas un poco. Como prolongación del gesto de incorporarse se acercó a mi oído y me susurro que, tratándose de la compañía de vuelo en cuestión podía tener problemas, pero que aun así se acercaría más tarde, unos minutos dijo.
Al tiempo que se incorporaba descendió un dedo por mi ombligo. Involuntariamente mi estremecimiento me hizo dibujar mas mi six pack que le trazó el camino hasta llegar al pijama. Lo levantó un poco, lo justo para comprobar que no había nada debajo y dijo al tiempo que se iba: “good”.
En medio de pulsaciones a tope pegué un brinco de la cama, me puse la parte de arriba del pijama y me fui al aseo. Aunque me tomé mi tiempo aseándome y perfumándome, ella todavía tardo bastante más una vez regresé a la cabina.
Entró sin llamar, yo estaba igual que antes, tumbado y semi-desnudo. Cerró la cabina, se arrodilló en el pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el asiento-cama, me bajó el pijama lo justo y se puso a chupármela.
La verdad me esperaba algo más soft, al menos para empezar, pero en unos segundos, por la forma de chupar me empecé a dar cuenta de que ahí pasaba algo. Era como si se estuviera dando del festín de su vida. No chupaba, saboreaba. Y parecía surrealista de dónde sacaba tanto líquido, me puso chorreando.
Hubo un momento en el que me pareció tan injusto que hice ademán de incorporarme y alcanzar su falda para subírsela. Ella me empujó hacia atrás con un dedo a la vez que me miraba a los ojos y daba unos golpecitos en su reloj… ¡y todo eso sin sacársela de la boca!
No hizo falta hablar ni para correrme, ella sentía mi respiración, mis convulsiones, y cuando por fin estallé no fue ninguna sorpresa para ella, eso sí, no dejó que una sola gota manchase aquella lujosa cabina del 777.
Por fin se incorporó esbozando una sonrisa, como pretendiendo ingenuidad pero resultaba pura pornografía. Tiré de su brazo y esta vez no se resistió, al fin pude comerme esos morros pintados de un rojo intensísimo. Me devolvió el beso como si tuviera más gana que yo, moviendo la lengua de la misma forma que lo había hecho ahí abajo. Se me empezó a levantar de nuevo pero entonces me acordé de que ella no se había llevado nada y le dije:
“How about you?”; a lo que ella contestó: “this is what I like”. Y sin más se incorporó y se fue.
Por la mañana, al traerme el desayuno, en medio de más gestos de complicidad, me dejó una tarjeta con su número de teléfono. Pero eso ya forma parte de otra historia de solo sexo y… ¿a quién le interesa eso?
Por cierto, cuando regresé al trabajo me estaba esperando la secretaria que con una amplia sonrisa preguntó “¿Qué tal el viaje?”; “increíble” respondí; a lo que ella añadió: “que menos por Navidad”.
Efectivamente aquel precipitado viaje me dejó solo en Malasia durante la Navidad… ¡no se puede tener todo!
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El sueño de los sueños: MI DULCE ANGEL DEL ESTE (II)
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Posted:Oct 18, 2018 8:41 am
Last Updated:Oct 18, 2018 8:43 am
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Ese día llovía a mares, como siguiendo el guión que ella misma había trazado con su historia. Identificó el coche y se subió apresuradamente por la lluvia y al fin, después de casi tres meses virtuales, nos miramos a los ojos.
Solo fue un instante por que enseguida nos entregamos a besos, abrazos y caricias pero antes pude ver unos ojos azules increíblemente claros que atraían toda mi atención cuando miraba ese hermoso rostro con suaves facciones del este, de tez blanca y expresión algo triste.
Conduje hasta su casa, fue breve pero noté como no dejaba de mirarme. Una vez en allí por fin pude sentirla, olerla, acariciarla, palparla. Estábamos de pié completamente pegados, besándonos a la vez que nuestras manos no paraban quietas como intentando asignar formas y medidas a tanta imaginación forzada, a tantos meses de virtualidad.
Ella también me tocaba pero parecía mas tímida, también su forma de besar, en el primer beso apenas me entregó fugazmente la lengua y aunque muy lentamente cada vez me iba entregando un poco mas. Yo ya había metido las manos por dentro de su ropa avanzado por su espalda desnuda hasta desabrochar el sujetador, pero en ese momento pensé: seguro que tiene un regalito para mi, seguro que me he precipitado.
Como intentando enmendar mi error levante la ropa con cuidado de no mover el sujetador hasta dejarlo al descubierto. Efectivamente llevaba una preciosa combinación roja que destacaba sobre su blanca piel. La acaricié por encima hasta que poco a poco se fue desplazando por que ya no estaba abrochado dejando al descubierto unos pechos duros, firmes, agresivos y culminados con unos pezones pequeños que terminaban de dar un aspecto totalmente adolescente a aquellas tetas de poco mas de 30 años: la perfección.
Continuamos desvistiéndonos sin dejar de besarnos, de tocarnos, yo estaba ya en otro mundo, absorto por tanta belleza totalmente inesperada, por tanto mezcla de deseo y cariño, y por ese volcán de sexo y mimos, dos extremos en perfecta armonía y mezclados por la fragancia de su perfume, tan dulce como su voz con ese acento extranjero que se me antojaba exótico.
Hasta que por fin la tuve solo con el tanga, por fin pude ver toda su figura, preciosa, de piel muy blanca en perfecta combinación con el rojo de su tanga y contrastando con la mía mas oscura. Superaba con creces el mas erótico de mis sueños, la realidad se había convertido en el sueño de los sueños.
No se en que momento estábamos ya tumbados en la cama entregados a una caricia cuerpo a cuerpo completa. Sentí como sus besos reflejaban completamente su estado de excitación por que ahora ya me entregaba toda su boca. De vez en cuando me incorporaba para contemplarla y en una de esas veces avancé sobre ella hasta dejarle la polla al alcance de su boca.
Vi como la punta se perdía más allá de sus labios y me quedé contemplándola mientras mi mano por detrás acariciaba su sexo por encima y por dentro del tanga. Todavía no lo había visto pero sentí como tenía un poco de vello en la parte del pubis y luego estaba totalmente depilada. Jugué con sus pliegues, con su vagina y todo sin dejar de mirar como me chupaba.
Me agaché y la besé en el cuello, mordí sus orejas, me embriagué con su perfume para luego descender por su pechos, mordiendo sus pezones cada vez mas pequeños y duros, descendiendo de nuevo hasta su ombligo babeándolo a la vez que mis manos no dejaban de jugar con sus tetas y finalmente descendí a la vez que le quitaba el tanga hasta descubrir lo que hasta ahora solo había tocado y hasta hace unos instantes solo había soñado.
Me entretuve un poco viéndola, estaba preciosa con esa depilación, hasta que clavé mi cabeza entre sus piernas y desde ese instante casi recuerdo mas sus gemidos, sus convulsiones y contracciones que toda esa explosión de sensaciones en mi boca. De vez en cuando levantaba la mirada, ascendiendo por su liso vientre, pasando por medio de esos dos pezones luchando sin éxito contra los firmes pechos por contraerse mas, y llegando hasta su cara que no dejaba de gemir con los ojos cerrados.
Me hubiera quedado horas así o hasta que ella hubiera tomado la iniciativa pero no disponía de demasiado tiempo así que me incorporé y de rodillas empecé a jugar con mi punta recorriendo arriba y abajo su depilado sexo. Hasta que en una de esas veces la enfrenté con su vagina y empujé un poco, lo justo para penetrarla solo con el glande.
Me quedé un momento contemplando eso hasta que, sin penetrarla mas, decidí tumbarme sobre ella, sabía que le gustaba el contacto total y así, con mi cabeza clavada en su nuca la fui penetrando cada vez más. Me sentí abrazado y acariciado en lo mas intimo según iba avanzando por su interior hasta alcanzar la penetración completa que fue correspondida con un suspiro bastante alejado de la discreción que había mostrado hasta entonces, tanto que no puede evitar preguntarle si le había hecho daño.
Yo estaba excitadísimo, tanto que estaba haciendo tremendos esfuerzos por no correrme, no es que eso fuera un problema, el problema es que no disponía de tiempo para intermedios ni segundos asaltos. A pesar de ello, en un momento por complacerla y no interrumpir uno de sus constantes orgasmos… me corrí. No se si ella se percató en ese instante por que el caso es que me ocurrió algo que no me había pasado en años: continué penetrándola como si no hubiera pasado nada, mi excitación continuaba intacta, como si lo que acababa de soltar fuera tan solo un lastre que estaba estorbando.
Continuamos así mucho mas rato, ahora yo estaba ya mas tranquilo, podía disfrutar plenamente de todo, de vez en cuando me incorporaba para ver como la penetraba, la sacaba y la volvía a meter para sentir como recorría todo el camino y ver la cara de ella al llegar al fondo. Otras veces me tumbaba para arrancarle abrazados un nuevo orgasmo. Y así fueron cayendo uno tras otro hasta que sentí que ya le estaba costando mas alcanzar uno de nuevo.
Le pedí que no dejara de mirarme a los ojos, quería ver como se corría de principio a fin y así, completamente pegados y perdido en azul de su mirada le arranqué el último. Todavía ahora siento en todo mi cuerpo como se estremecía, sus convulsiones y sobretodo su cara, recuerdo sus esfuerzos finales por aguantarme la mirada, por mantener los ojos abiertos. Pero yo no perdoné ni un segundo, no me perdí ni un detalle.
Ni me planteé buscar mi propio orgasmo por que lo veía totalmente alejado, era hora de irme y sin embargo estaba viviendo uno de esos momentos que requieren toda una noche. Me retiré y no pude evitar despedirme de su entrepierna acariciándola y según me adentraba mi mano entre sus nalgas pude sentir que esa parte estaba totalmente encharcada de fluidos:
sentí un escalofrío que me recorrió toda la espina dorsal: yo lo había pasado bien… Y ELLA TAMBIEN.
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MI DULCE ANGEL DEL ESTE (I)
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Posted:Oct 17, 2018 6:27 am
Last Updated:Oct 19, 2018 1:58 am
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Apenas iniciar el contacto tuve que marchar un par de meses sin que llegáramos a vernos, sin la más breve de las citas. Todo parecía condenado a diluirse entre el ir y venir de los bits en la web, a chats cada vez mas breves y espaciados hasta desaparecer.
Pero fue todo lo contrario, surgió algo difícil de definir que se fue fortaleciendo con el paso de las semanas. Ella se fue convirtiendo en un lugar en el que cobijarme, en esa compañía mas allá del cristal de mi pantalla y a pesar de que la web parece virtualizarlo todo yo llegaba a sentir su calor.
Cada vez que la veía aparecer por la esquinita de mi monitor mi corazón cambiaba de ritmo, esbozaba una sonrisa, se alegraba mi estado de ánimo y siempre llegaba mi cerebro esa frase con la que parece que ya la había bautizado sin haberme dado cuenta:
“Ahí está MI DULCE ANGEL DEL ESTE”
Se entretejió una relación basada en la complicidad, compañía, amistad…, pero a la vez marcada por el deseo, si es que existe la amistad con sexo. Empecé a experimentar algo que no recordaba desde hacía años, esa sensación de miedo, miedo a perderla, desde entonces vivo con esa dulce angustia y debo reconocer que me gusta, me siento bien así.
En cuanto a lo físico no tenía demasiadas referencias, tampoco me importaba demasiado por que ella ya nunca dejaría de ser mi ANGEL. Disponía de apenas algunas fotos de baja resolución y poca calidad en las que se adivinaba una bonita figura. Algunos minutos de la más ‘fotomatón’ de las cam que entre ruido y desenfoque dejó asomar un rostro angelical. También me dijo que alguna vez había sido modelo de lencería y en otra ocasión dijo no le gustaban los tíos que solo la querían por su ‘cuerpecito precioso’. Todas estas claves apuntaban a que se trataba de una hermosa mujer, pero el misterio estaba servido.
Aunque yo sí me había mostrado enteramente por la cam nunca llegó a haber cibersexo, y si lo hubo durante alguno de mis húmedos chats nunca llegue a saberlo, aunque es posible que sí lo hubiera por que en una ocasión me escribió un email con la siguiente historia:
LLUVIA
Hoy ha sido un día largo, la lluvia hacia que todo pareciese gris, sin vida. Estaba helada de frío al volver a casa del trabajo, lo único que deseaba era quitarme el frío que sentía en todo mi cuerpo.
Preparé todo para un baño caliente, relajante. Me quité la ropa pensando en la conversación que habíamos tenido durante el día a través del msn. Me metí en la bañera dejando que el calor inundase mi piel, relajando poquito a poco cada parte de mi cansado cuerpo… ¡se estaba tan bien!
Cerré los ojos y deje correr mi imaginación… tus fotos se hicieron realidad en mis pensamientos… tus ojos parecieron recobrar vida… tu sonrisa era tan dulce, tan tierna.
Y aunque jamás nos hemos visto, jamás nos hemos olido… pude saborear tus labios. Tomaste mi mano invitándome a salir de la bañera. Escuche tu voz, me llamabas por mi nombre que casi nadie conoce.
Me envolviste en una toalla y nos dirigimos al dormitorio, cogidos de las manos. Te sentí tan próximo, como si toda la vida te hubiera estado esperando, como si en otra vida ya te hubiera amado.
La lluvia golpeaba en la ventana, te acercaste a mi, sentí tu mano acariciando mi rostro. Fue tan dulce y… misterioso.
Tú dejaste caer mi toalla y yo te desnudé, sin prisas, mirándonos todo el tiempo. Nuestros labios no querían separarse, y aunque lo hacían en algún momento, en mis movimientos por desnudarte, volvían a unirse cada vez con más pasión, con más deseo y sensualidad.
La desnudez de nuestros cuerpos entretejió un mundo de caricias. Caricias que se perdían entre los gemidos de nuestras voces. Apretaste tu cuerpo contra el mío, ¡tu firmeza contrastaba tanto con mi cuerpo!
Sentí que perdía el control… sentí tu cuerpo entrando al mío, tu cadera atada a mi cadera… sentí tu corazón golpeando mi pecho.
Me mirabas y pude verme en tus ojos. Sentí que tu y yo éramos uno, un solo universo, donde el tiempo y el espacio se habían extinguido, donde el futuro, el pasado y el presente éramos tu y yo.
Y tras el éxtasis de ese momento quedamos tendidos en la cama, abrazados, entregados a la ternura de nuestros besos.
Pasaron los meses hasta que finalmente regresé y en apenas un par de días acordamos vernos, nuestra primera cita…
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Regalo de Navidad
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Posted:Oct 16, 2018 12:43 am
Last Updated:Oct 23, 2018 7:55 am
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Hacía un calor infernal, la calefacción estaba a tope. Él estaba en ropa interior y yo me había quedado solo con los pantalones a medio desabrochar, no llevaba nada debajo.
Por fin escuché el ruido de la cerradura, se abrió la puerta y allí estaba ella. Las fantásticas fotos de su perfil apenas le hacían justicia: sencillamente deliciosa. Lo que si estaba acertado era su propia descripción, sobretodo vestida, parecía casi una niña pija aunque un brillo morboso en su mirada la delató desde el primer momento, sobretodo por que nada mas vernos exclamó:
“¡cabrones!”
Apresuradamente soltó todo lo que llevaba y sin sacarse el abrigo se puso de rodillas, me sacó la polla y en cuanto le quedó una mano libre se la sacó a él jugando con ella al tiempo que se comía la mía.
Yo estaba alucinado por que fue un acto instintivo, animal, nunca había visto tal idolatría fálica. Se llenaba la boca con una y otra, como si no se decidiera, como posesa. La que quedaba libre de su boca la castigaba con fuertes golpes apretándola muy fuerte y mientras cambiaba de una a otra solo acertaba a decir,
“¡cabrones!, ¡lo sabía!”
Se refería a mi presencia. Él se encargó de todo y aunque ella lo sabía, en realidad no tenía la certeza de que iba a ser hoy. Fue una sorpresa, faltaba poco para Navidad y me gusta pensar que fui su regalo.
Por fin se incorporó aunque algo mas le costó soltar las dos pollas, ¡estaba feliz de tener dos a la vez!. Fue a la habitación a cambiarse donde tenía preparado un conjunto muy sugerente pero apenas dejamos que se lo pusiera, ¡estaba increíble desnuda!, vestida parecía mas delgada pero su desnudez dibujaba unas curvas perfectas, parecía nacida para el sexo.
Acaricié su piel que se me antojó extremadamente suave contrastando con el tacto duro de cada una de sus curvas así que las recorría con mi mano hasta llegar a su sexo perfectamente depilado. Aunque apenas tuve tiempo de mas por que de nuevo se agachó y siguió culpándomela, ¡le encantaba hacer eso!
En cuanto él se sentó en la cabecera de la cama ella se abalanzó a chupársela y a mi me faltó tiempo para ponerme detrás a babearle todo el sexo y el culo, no sin antes detenerme un momento a contemplar el increíble espectáculo que me estaba regalando.
Estuvimos un rato así hasta que me apeteció clavársela. Levanté la cabeza y le miré a el, no se muy bien si lo hice por que iba a ser el primero en follármela o por que ya me había metido en su rol de amo, pero el caso es que le pedí permiso. Él, exquisito e impecable en todo momento, me dijo que adelante. Le di un primer empujón, como tanteando, pero al ver que entraba perfectamente se la terminé de clavar de golpe, ella no pudo evitar exclamar aunque para ello tuvo que dejar de chupar la polla un instante, ¡que putada!
Después de un rato mas así la amarramos a la cama, lo tenían todo preparado con esposas y pañuelos. Él se la folló mientras yo de rodillas dejaba que me la chupara y miraba como él se la clavaba por uno y otro agujero. Disfrutaba de ver como la penetraba y también puteando un poco su ansia de chupar estando inmovilizada. Él comentaba como invitándome a que lo probara cuanto antes:
“¡que bien se la folla por el culo, ya lo verás!”
Entonces él propuso que me tumbara en la cama, ella se puso encima de mi y me la follé un rato mas hasta que él se puso detrás y la enculó. No quise perderme ese momento y me quedé mirando su cara, sabía que era su primera doble penetración.
Después de esto continuamos con mas juegos pero él no tardó mucho mas en correrse, recuerdo que me desconcertó un poco aunque mas tarde comprendí que lo hizo por ella, estaba deseando tragarse su semen. Se corrió en su cara y pecho mientras yo continuaba follándomela. Ella empezó a lamerse los restos que se habían quedado fuera de su boca con la misma ansia que se pasa un dedo por el mas exquisito de los helados. Tan guarra y zorra estaba cuando hacía eso que hasta la ayudé, ¡con que gusto me chupaba los dedos llenos de semen!.
A partir de ahí él se dedicó a hacer fotos y yo a penetrarla de todas las formas y por todos los agujeros. Disfruté del momento a la vez que él me animaba sin dejar de echar fotos y diciéndome:
“¿a que es increíble?”
Pero a medida que pasaba el tiempo ella empezó a insistir en que me corriera, aprovechaba cualquier cambio para chuparme y masturbarme salvajemente diciendo:
“¡córrete cabrón!, ¡dame tu leche!”
Y cada vez con mas insistencia. Pero cuanto mas lo decía menos ganas me entraban de correrme por que lo estaba pasando bestial, por que me encantaba como ella se curraba el deseado premio y por putearla un poco, sabía que eso también le gustaba, así que le contestaba:
“¿quieres mi leche?, ¡pues te la vas a tener que ganar, zorra!”
Tal era la insistencia que finamente la deje que encontrase lo que buscaba chupando y masturbando aunque acabe haciéndolo yo mismo pero con la polla prácticamente dentro de su boca. Cuando me corrí no vi ni una sola gota, ella cerró los labios y según me corría se lo iba tragando, casi parecía que me ordeñaba, sencillamente increíble.
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Las mil y una noches
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Posted:Oct 15, 2018 10:36 am
Last Updated:Oct 22, 2018 1:22 am
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Durante aquel primer periodo en San Antonio (Texas) debía compartir aula con gentes procedentes de más de 50 países cambiando de compañeros de semana en semana. Aquella semana me tocó un grupo muy peculiar donde tres de ellos eras de Yemen del Norte y dos de Arabia Saudí.
Comunicarse con ellos era todo un reto, hablaban el inglés como si del árabe se tratase, a golpes, como si hubiera alguien pegándoles cogotazos en la nuca a medida que soltaban cada sílaba. Y eso con los de Yemen por que los de Arabia apenas hablaban, estaban como en otro plano, por lo visto eran familiares de jeques o algo así, aunque yo supe encontrarles su lado cachondo. El caso es que aquella semana creo que aprendí más árabe que ingles. Y el caso es que les caí bien.
Aquel viernes era ya muy tarde y yo me estaba preparando para salir cuando llamaron a la puerta. Al abrir me encontré un espectáculo digno de una versión moderna de las mil y una noches: los tres de Yemen vestidos de sport, detrás los dos árabes impecablemente trajeados y más atrás dos pedazo de mulas: los guardaespaldas. Y todo eso en medio de una mezcla de fragancias realmente exótica. Se iban de marcha dijeron, querían que les acompañara.
Cada árabe se metió en un taxi con su mula y los demás nos aborregamos en otro. Por el camino me explicaron con su escupido inglés que ni se me ocurriera sacar la cartera, todo corría a cuenta de los príncipes…, así les llamaban. Llegó la caravana de taxis hasta una mansión donde sendos gigantes súper-cachas se apresuraron a abrirnos las puertas y nos acompañaron al interior.
“¿Con que de marcha, eh?”, pensé al ver aquello. No hacía falta ser demasiado listo para entender donde me estaba metiendo. Reconozco que por un instante pensé lo que podía costar, pero miré a mis compañeros que ya avanzaban al interior y pensé: ‘disfrutemos el momento’.
Cuando nos sentamos en los sofás de aquel lujoso salón los dos árabes ya habían desaparecido. Y entonces apareció ella… bellísima… exótica… sensual… era una asiático-americana que contenía la dosis exacta y necesaria de cada raza: sencillamente irrepetible. Nos dio la bienvenida y nos invitó a escoger la chica que nos gustase a la vez que nos ofrecían bebidas.
Yo no podía dejar de mirarla y ella se percató, aunque la verdad es que en medio de los tres de Yemen yo desentonaba un poco. Ni siquiera me fijé demasiado en las chicas que salieron, sé que eran hermosísimas y jóvenes al límite. Mis compañeros empezaron a escoger hasta que me tocó a mí y dije: “¿puedo escogerte a ti?”, señalando a la madame asiática. Y ella respondió: “sí, TU si puedes” enfatizando el ‘tu’. Creo que también se había encaprichado, no tenía por que hacerlo, pero le apetecía.
Me llevó a una habitación enorme donde la mitad era ducha y la otra mitad como sala de masajes. Se desnudó completamente, me desnudó y me llevó a la zona húmeda. Creo que aquello se puso en marcha solo y creo que el agua ya contenía de todo, jabón, fragancias, aceites. Y empezó a frotarme, enjabonarme, masajearme. Restregaba su cuerpo contra el mío de una forma armoniosa, haciéndome toda clase de juegos. Me permitía tocarla pero me cortaba en cuanto avanzaba en atrevimiento. Me gustaba ese juego, y además me estaba pareciendo que ella lo pasaba realmente bien.
Estuvimos mucho tiempo así y más que hubiera estado, era embriagador a pesar de estar de pié, pero finalmente me secó y me tumbó boca abajo en la inmensa mesa de masajes.
Durante unos cuantos minutos disfruté de aquello, me relajé, hasta que hubo un momento que, sacando la mano por un lado, le atrapé el sexo con dos dedos a la altura del clítoris. Esta vez no me rechazó pero continuó con el masaje como si yo no estuviera haciendo nada. Yo comencé mi propio masaje y muy sutilmente noté cierta reacción sobretodo cuando empecé a penetrarla con los dedos. En ese momento me hizo dar la vuelta y tuve que soltar mi presa.
Una vez boca arriba me puso el preservativo, se subió a la mesa, de pie, frente a mi, con sus pies a la altura de mi cadera y se agachó hasta quedarse de cuclillas. En esta posición continuó con un masaje frontal y en un determinado momento se penetró, como si fuera una parte mas del masaje. Y así, de cuclillas y con mi polla dentro continuó a lo suyo, ¡genial!
En aquel momento me percaté de sus pezones, estaban atrompetados, como si llevase cordones estrangulando la base del pezón. Pensé que sería el resultado de algún tipo de práctica sado o algo así, el caso es que invitaban a morderlos y al hacerlo se quedaban enganchados en los dientes, ¡indescriptible!
De repente abandonó el masaje, abrió a tope las piernas y apoyando las manos sobre sus rodillas empezó a subir y bajar, como haciendo sentadas. El espectáculo era fascinante y la visión de la penetración era total hasta el punto que dejé de jugar con ella, me puse las manos en la nuca y me dedique a disfrutar de lo que veía y sentía.
Se que ella se corrió, alguna vez he dudado pensando que eso es lo que mi vanidad me quiere hacer creer, pero recuerdo sus gestos, sus contracciones, sus gemidos y sobretodo esa espumilla blanca descendiendo por el preservativo hasta mojar mis testículos. Y después de eso yo no duré mucho más, todo lo que recuerdo de ese momento es que fue placentero, muy placentero…, y después relax, mucho relax.
Cuando salí ya me estaban esperando los tres de Yemen, sonrientes, pero ni rastro de los árabes. Como me dijeron al comienzo de la noche nos fuimos sin pagar. El viaje de vuelta en el taxi parecía un zoco árabe de las voces que pegaban contándose unos a otros lo machos que eran, supongo, ¡no entendía un carajo!. Yo iba a lo mío, repasando cada minuto de ese cuento de las mil y una noches que se acababa de escribir para mí.
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Gorgeous!
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Posted:Oct 15, 2018 5:25 am
Last Updated:Oct 22, 2018 1:22 am
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Jacksonville es un lugar de la Florida de contrastes en perfecta DESarmonía. Parece un sitio civilizado, pero si asomas la nariz a través de la verja de tu urbanización descubres que vives en medio de la selva. Su playa parece uno de esos reinos de las barbies pero si entras en cualquier garito a tan solo algunas millas hacia el interior descubres que todos se te quedan mirando y que el ambiente se puede cortar a cuchillo, como en las pelis.
La larga ducha del gimnasio no me sirvió de nada, era una noche húmeda y pegajosa y con el stress del deporte nada mas salir arranque de nuevo a sudar. Apenas había dado los primeros pasos hacia mi coche que ya tenía la camiseta y los vaqueros pegados, marcándome el cuerpo hinchado y estresado por el esfuerzo.
Cuando iba a medio camino me crucé con un par de chicas y me fijé que una de ellas me estaba mirando de arriba abajo, con descaro. Era delgada con una cabellera rubia y lacia hasta la cintura, guapísima y muy joven. Bien podía haber sido una de las barbies pijas de la playa, pero por la forma de vestir la encajaba más en uno de esos garitos del interior.
Cuando me sobrepasó todavía pude ver por el rabillo del ojo como se giraba y me miraba el culo. Aquí debo decir que tengo un culo que, por mas que adelgace, por mas kilómetros que corra, siempre es respingón, a lo Jennifer López. Ya estoy muy acostumbrado a que me lo cojan en lugares oscuros o bulliciosos, ¡que le vamos a hacer!, cosas de la genética.
Y entonces escuché esa palabra, ó algo así: “gorges” como alargando la ‘o’ y con la segunda “g” sorda, como en catalán. Ni idea de qué me había dicho.
Al día siguiente se lo comenté a mis compañeros americanos que me decían: “¿y de verdad te dijo eso una chica?”, y yo por enésima vez: “si, mientras me miraba el culo, ¿qué significa?”, finalmente entre risas y con cara de evidente envidia me lo escribieron en un papel: “GORGEOUS”. Apresuradamente lo busqué en el diccionario:
precioso, guapísimo, magnifico, esplendido, divino
Ya llevaba 4 meses en Estados Unidos y el colmillo se me había retorcido hasta ir arañando las baldosas, pero creo que en eso momento las perforé. No falté ni un solo día al gimnasio a la misma hora, hasta que al tercer día…, ahí estaba de nuevo, sentada sobre su ranchera en el aparcamiento en compañía de su amiga, me acerque y solo le dije:
“Gorgeous?”, con tono de pregunta.
Sin sacarse la pajita de la coca-cola de la boca hizo girar el dedo índice como indicándome que me diera la vuelta, cuando estuve de espaldas se bajó del capó de un salto, me cogió el culo con las dos manos y clavando su cabeza en mi nuca me mordió la oreja al tiempo que me cubría con su cabellera y decía “uuuhhhmmm”.
Se vino en mi coche y fuimos a un par de sitios, estaba absorto con su belleza, tanto como para pasar por alto lo intranscendente de su conversación, estaba alocada, y yo seguía sin saber en que extremo catalogarla: ¿barbie?, ¿country?...
Cuando ya viajábamos a por el tercer garito se quedó mirando el anillo de mi mano sobre el volante, y con un tono de voz muy distinto preguntó: “¿estas casado?”, “si” respondí. Desde ese instante se quedó como petrificada y veía mucho enfado en su cara. En aquel momento comprendí que aquella chica quería bastante más de mí. Continué conduciendo en silencio sin saber hacia donde, ella era mi guía y continuaba muda. Hasta que pasados unos minutos dijo: “ve a tu casa”, con voz de profundo cabreo.
Sin mediar una palabra mas llegué a casa, en cuanto abrí la puerta entró apresuradamente, buscó el dormitorio y empezó a desvestirse, cuando iba por la mitad por fin rompió el silencio para decir: “a que esperas”, por que yo estaba traspuesto observándola.
Acabó de desnudarse mucho antes que yo, tenía unos pechos grandes, duros, que contrastaban con su exquisita delgadez, pero estaba tan cabreada que ni me atrevía a mirar con descaro hacia abajo. Apenas me senté en la cama me empujó hasta tumbarme se puso encima de mi, de rodillas, erguida y en tres cuidadosos pero decididos golpes ya se la había clavado por completo. Noté que ya venía excitada, mojada, dilatada, y todo eso sin ponerle un dedo encima.
Creo que tuvo un primer orgasmo como apresurado, discreto, de alivio, pero tampoco podría asegurarlo por que si apenas hubo cambios de ritmo y yo estaba hipnotizado viendo aquel cuerpo completamente blanco y perfecto bailando sobre mí. A medida que pasaba el tiempo fue suavizando las facciones y empezó a mezclar palabras con sus gemidos, aunque solo decía: “good, very good”.
Por fin me atreví a tocarla, me tenía loco su vello púbico, tenía muchísimo, ‘hairy’ como dirían allí, pero al tocarlo sentí que era extremadamente suave, como el pelo de un bebé. Y seguimos así hasta que ella se corrió, esta vez fue tan bestial que hasta me asusté, sobretodo por que después se desplomó sobre mí sin percatarme siquiera que en ese momento ya estaba dormida, yo todavía di un par de golpes mas buscando apresuradamente mi orgasmo. Fue tan surrealista que al echarla a un lado se me antojó comprobar si respiraba, ¡por si acaso!
A la mañana siguiente la dejé durmiendo y cuando volví encontré una nota con una dirección. Me duché y fui hacia allí. Llamé y me abrió un chico de casi 2m superdelgado y con una cara de fumao que no podía con ella. Dejó la puerta abierta y se perdió en una habitación. Había un sofá con otro tío dormido y ella estaba también dormida en otro sofá, y todo eso en medio de un tremendo olor a maría. Ya un poco más despacio miré a mi alrededor y comprendí que estaba en un ambiente de surferos.
Solo llevaba la braguita del bikini y una camiseta, me senté a su lado y le aparté el pelo de la cara, sin abandonar su trance de marihuana protestó con un gruñido. No pude evitar descender mi mano antes de largarme, pero al llegar a sus pechos vi que no protestaba y cuando clavé la mano dentro del bikini enmarañando mis dedos por aquel suavísimo vello levantó el culo en clara señal de reclamar un orgasmo. La masturbé hasta que se corrió, de nuevo casi lo hizo todo ella, no paraba de moverse y todo sin salir de su trance. Al terminar estaba tan relajada que esta vez si que parecía dormida de verdad.
Después de esto desaparecí y ya nunca mas nos vimos…, aquel no era mi mundo. Por cierto, desde aquella noche nunca más he vuelto a llevar el anillo.
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Qué harías tú por un buen polvo
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Posted:Oct 15, 2018 2:32 am
Last Updated:Jan 1, 2019 1:48 am
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Aquella mañana llovía a cántaros, lo recuerdo por que pensé ‘mal empezamos, a ver si se va a torcer todo’. Tenía que cruzar la península en tren para estar en Zaragoza por la noche por cuestiones de trabajo. Mi mujer me acercó a la estación, me vio tomar el tren. A continuación cualquiera se hubiera echado una cabezada, y yo también lo hice, pero yo me puse el despertador en una hora.
En poco más de una hora llegué a Sevilla y ABANDONÉ EL TREN, tomé un taxi hasta el aeropuerto y cogí ese vuelo a Barcelona que ya tenía reservado. A eso del mediodía ya estaba en la puerta de su casa. Recuerdo que me temblaba la mano al llamar, ¡estaba atacado!, me veía en medio de un tremendo montaje aeronáutico-ferroviario y encima, por si fuera poco, me metía en su casa cuando su pareja estaba fuera. No dejaba de pensar en el tópico de meterme en el armario. En ese momento realmente dudaba si no me había pasado, si merecía la pena todo aquello.
Pero cuando abrió la puerta se me pasó todo de golpe, ¡estaba preciosa! y en aquel momento pensé que hubiera hecho lo mismo aunque solo fuera por ese mínimo instante, por aquella visión. Me sonrió picaronamente, como consciente de lo malos que estábamos siendo, los dos, en todos nuestros encuentros anteriores ella nunca tuvo compromiso.
Yo tenía las manos llenas de bolsas, estaba ‘indefenso’, me cogió por el pantalón introduciendo media mano dentro y de un tirón me metió dentro su casa al tiempo que se espachurraba contra mi y me besaba terminando de meter la mano en el pantalón hasta encontrar lo que buscaba. Solo me dejó libre la boca para decir: “¡estas temblando!..., vamos a arreglar esto…”
Y empezó a arreglarlo, recuerdo que esta ha sido la vez en toda mi vida donde he estado más pasivo, la dejé hacer, ella tampoco me dejaba hacer nada, como queriéndome premiar por el esfuerzo realizado por verla. Me chupó, acarició, masajeó y se penetró, todo lo hacía ella.
Incluso recuerdo que estando penetrándola por detrás, ella continuaba haciéndolo todo, yo ni me movía, solo observaba. Y veía como al mismo tiempo se masturbaba con una mano y con la otra mano empezó a meterse el dedo en el ano: me estaba invitando a que continuase yo.
Se lo llené de saliva y continué primero con uno y luego con dos dedos. Ella no dejaba de moverse, de penetrarse, de masturbarse, al tiempo que gemía de vez en cuando con la cara pegada a la cama. De repente, sin darme tiempo se echó hacia delante se la sacó y la enfrentó para penetración anal, de nuevo prácticamente lo hizo todo ella, yo solo recuerdo que entró con una facilidad pasmosa, o al menos eso me pareció: era mi primer anal.
Aparte de esta salpicadura de detalles recuerdo que todo fue muy breve o así lo recuerdo ahora, debieron ser unas 3 horas pero con la intensidad del momento y el paso de los años ahora se me antojan minutos. También recuerdo que tuve que salir a la carrera y casi pierdo el tren a Zaragoza, una vez allí llame a casa diciendo:
“Ya he llegado, todo sin problemas…”
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Llévame contigo
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Posted:Oct 15, 2018 2:28 am
Last Updated:Oct 22, 2018 1:22 am
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Tenía que viajar al extranjero por una larga temporada y esta vez me pillaba al límite, a punto de estallar, decididamente no iba a ser fiel, por primera vez en mi vida, después de muchos años de pareja, después de muchos días, semanas he incluso meses quedándome a dos velas y con la mujer mas hermosa del mundo a mi lado, después de haber tirado por la borda los mejores años esta vez estaba decido. Además lo necesitaba… ¿y si la culpa era mía?
Tenía que pasar previamente por Madrid a resolver unos asuntos antes partir al día siguiente. Yo no conocía gran cosa de Madrid pero mi compañero de viaje lo conocía muy bien, ¡y también la noche!. Por aquel entonces había un ambiente de discotecas, pubs, etc. en los bajos de la calle Orense, sé que eso ya no existe y seguro que a mas de un madrileño que lea esto se le ha escapado una risita nostálgica.
Después de tomar unas cuantas copas de más acabamos en una discoteca. Había poca gente pero destacaban unas chicas bailando, todas preciosas, que al principio ni me había fijado que eran gogo's del local, tampoco estaba yo para muchas observaciones. Para ver si me bajaban los efluvios del alcohol salí a bailar y enseguida me di cuenta que una de ellas, guapísima, rubia, sexi, me miraba fijamente. En mi estado no necesitaba mas, me acerqué y empecé a seguirle el baile, y poco a poco nos fuimos calentando, rozando, tocando, pero todo muy sutil, provocador, en ambos sentidos, ya no se sabía muy bien quien era el gogo de quien.
Y así hasta que llegó la hora de cerrar, en ese momento me aplomé, ya sabía lo que era y aunque todo había parecido muy real no me hacía ninguna ilusión. Sin embargo me dijo, “¡espérame!”, en unos segundos recogió sus cosas y se colgó de mi brazo diciendo "llévame a algún sitio". Estoy seguro que logré ocultar mi sorpresa y como si eso fuera lo más normal me la llevé hasta la calle con intención de pillar un taxi.
Por el camino le explique que estaba de paso y alojado en un hotel, en eso momento vi el brillo en sus ojos como si se le acabara de resolver la noche, se abalanzó sobre mí y ahí en medio de la calle y la noche nos dimos el primer repaso, nos hicimos todo aquello que llevamos largo rato solo insinuándonos en medio de la pista.
Y continuamos en el taxi, no parábamos ni para coger aire, para cuando llegamos al hotel creo que ya nos habíamos cogido todas las medidas. Creo que si el viaje dura un poco más ahí mismo hubiera empezado a chupármela, pero no nos quedó tiempo.
Subimos a la habitación y literalmente nos arrancamos la ropa, yo estaba enfebrecido, era mi primer polvo decente desde… ¡yo que sé!. Entonces ella dijo que le apetecía una ducha, llevaba muchas horas bailando y eso es duro, yo le dije “vale, pero yo te lavo”.
Vaya que si la lavé, dibujé todo su cuerpo con el jabón y cuando llegue a la entrepierna ella directamente se apoyó en la pared mientras yo la lavaba desde atrás. Empecé a penetrarla con un dedo, dos dedos, mientras le metía toda la presión de la ducha sobre su clítoris. Aparté los dedos sin apartar el chorro de la ducha y allí mismo la penetré por primera vez. No se si rugí como un felino salvaje, pero sé que por dentro seguro que lo hice. Pero apenas nos quedamos allí…
Nos secamos apresuradamente y fuimos a la cama, ella dijo “ten cuidado ¿vale?”, yo me quedé un poco sorprendido ¡como si no la hubiera penetrado ya!, sin embargo contesté “¡por supuesto!”, se tumbó en la cama, me eché encima de ella y empecé a penetrarla despacito, como suponía que ella quería.
Pues es cierto que no parecía que ya la hubiera penetrado en la ducha, noté perfectamente como mi pene se iba abriendo paso, ¡como adoro esa primera entrada!. A partir de ahí lo que sucedió no sabría muy bien como describirlo, resultó ser la multiorgasmica mas salvaje que he conocido jamás, y la mas chillona también. Al principio me cortaron un poco ambas cosas, la primera por que se corrió muy pronto y yo me quedé un tanto desconcertado, sin saber que hacer, simplemente me quedé dentro moviéndome muy despacio pero la duda duró solo unos instantes, enseguida noté como ella empezaba de nuevo a mover su pubis recamando un nuevo asalto.
Los gritos también me desconcertaron al principio, pero poco a poco me fue gustando, me sentía enormemente alagado, es difícil de describir eso de que cualquier movimiento que hagas es agradecido de esa forma tan salvaje. Y además me fue invadiendo el morbo de pensar que tenía a todo el hotel pendiente de mi polvo.
No sabría decir cuantas veces se corrió, yo solo sé que yo era un palo y que solo quería que aquello durase eternamente. No cambiamos de postura ni una sola vez, todo el tiempo lo mismo, un orgasmo detrás de otro, entre orgasmos yo me ralentizaba, me echaba atrás y la penetraba muy despacio prácticamente sacándola por completo y me quedaba embobado mirando eso, como no creyéndome todavía que eso existiera y me estuviera pasando a mí.
En uno de estos ‘intermedios’ ella se percató de lo que hacía y me dijo “te gusta verlo ¿eh?”, yo me sonrojé y ella lo notó y se rió. A medida que iban cayendo los orgasmos sus gritos que inicialmente solo eran eso, gritos, se fueron convirtiendo el palabras que mas o menos venían a decir lo increíble que le resultaba aquello, yo ya no sabía si ya me gustaban mas lo gritos o su contenido.
Y ya no recuerdo nada más de esa parte simplemente se que finalmente me corrí y que nos quedamos dormidos. Debieron de ser apenas un par de horas por que tenía que coger el avión por la mañana temprano. Sin embargo esto es lo que mejor recuerdo:
Cuando desperté ella estaba dormida, desnuda, boca abajo. No se si desperté empalmado pero en ese momento ya lo estaba. La toqué, recuerdo perfectamente que tenía el vello púbico completamente acartonado por tantos fluidos resecos y recuerdo que la noté húmeda. Me puse encima y la empecé a penetrar. Y lo que vino a continuación no lo olvidaré en la vida.
Noté como mi pene se abría camino, noté como las paredes vaginales si iban despegando, y noté que ella lo sentía, había despertado haciendo como un “uuuhhhmmm” un tanto felino, de aceptación, y a continuación cuando estaba a media penetración… ¡cerró las piernas!. Me desconcertó pero seguí empujando y la sensación anterior ya no era de abrir camino sino que era prácticamente de desgarro. Y siguió así hasta que llegue al fondo, entonces abrió las piernas y terminamos este maravilloso polvo matutino, de despedida.
Me levanté y me duché, cuando estaba sentado en la cama vistiéndome se me acercó desnuda pero con las braguitas ya puestas, me las puso prácticamente tocando de mi cara y dijo:
“llévame contigo”
¡Que poco faltó par que lo hiciera!, que poco. Pero me esperaban diez meses solo en Estados Unidos y en ese momento comprendí que se ACABABA DE DESTAPAR LA CAJA DE LOS TRUENOS.
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